viernes, 26 de abril de 2013

La memoria permanece en las obras



Las Beguinas fue una orden de mujeres creada durante la baja Edad Media como alternativa al matrimonio o el convento. 

Siendo una experiencia única, este grupo de mujeres, que se conformaron a sí mismas como obedientes a Dios pero laicas, no apegadas al matrimonio pero tampoco célibes, llegó a su fin el pasado 14 de abril cuando a los 92 años falleció su última representante: la hermana Marcella Pattyn. 

Las comunidades Beguinas se caracterizaban por su democracia, su trabajo y su creatividad, afincadas en Flandes, Brabante y Renania. 

La mayoría de las hermanas cultivaba algún arte, ya sea música, pintura o literatura, destacándose en éste último caso nombres tales como Beatriz de Nazaret, Matilde de Madgeburgo y Margarita Porete. 

Sus viviendas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998, dada la belleza de sus rasgos constructivos, ceremoniales e históricos. 

Su doctrina blandía la bandera de la libertad, surgida en una época donde la dominación masculina era ley, ya sea a través de la iglesia, el padre o el esposo. Es curioso que en el año 2013 haya acabado la orden junto con su última integrante sin tener seguidores ni herederos. ¿Será acaso la señal de un cambio social que llevó muchos siglos? ¿Será que ahora la mujer está en condiciones de ser su propia hacedora más allá de cánones impuestos?

Lo cierto es que más allá de su extinción su memoria perdura viva en sus obras, dejando a la humanidad palabras tales como aquellas exaltando al amor de la hermana Hadewijch de Amberes: 

“Quien se dé por entero al Amor
experimentará gran maravilla;
con amor se unirá en la unidad
al Amor contemplado
y beberá por la arteria secreta
de esa fuente en la que Amor
derrama su amor
y con amor embriaga a sus amigos
asombrados ante su furor”

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