viernes, 27 de julio de 2018

Cerrando los ojos

Retrato de Manuel Altolaguirre por José Moreno Villa, 1949. 

Huyo del mal que me enoja
buscando el bien que me falta.
Más que las penas que tengo
me duelen las esperanzas.

Tempestades de deseos
contra los muros del alba
rompen sus olas. Me ciegan
los tumultos que levantan.

Nido en el mar. Cuna a flote.
La flor que lucha en el agua
me sostiene mar adentro

y mar afuera me lanza.
Cierro los ojos y miro
el tiempo interior que canta.

viernes, 20 de julio de 2018

La luna blanca...

Estancia con luna / Jorge Damiani

La luna blanca... y el frío...
y el dulce corazón mío
tan lejano... tan lejano...

¡tanto distante su mano...!

La luna blanca, y el frío
y el dulce corazón mío
tan lejano...

Y vagas notas del piano...
Del bosque un aroma arcano...
Y el remurmurar del río...

Y el dulce corazón mío
tan lejano...!


viernes, 13 de julio de 2018

Barrio sin luz














¿Se va la poesía de las cosas 
o no la puede condensar mi vida? 
Ayer —mirando el último crepúsculo— 
yo era un manchón de musgo entre unas ruinas.

Las ciudades —hollines y venganzas—, 
la cochinada gris de los suburbios, 
la oficina que encorva las espaldas, 
el jefe de ojos turbios.

Sangre de un arrebol sobre los cerros, 
sangre sobre las calles y las plazas, 
dolor de corazones rotos, 
podre de hastíos y de lágrimas.

Un río abraza el arrabal 
como una mano helada que tienta en las tinieblas: 
sobre sus aguas se avergüenzan 
de verse las estrellas.

Y las casas que esconden los deseos 
detrás de las ventanas luminosas, 
mientras afuera el viento 
lleva un poco de barro a cada rosa.

Lejos... la bruma de las olvidanzas 
—humos espesos, tajamares rotos—, 
y el campo, ¡el campo verde!, en que jadean 
los bueyes y los hombres sudorosos.

Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas, 
mordiendo solo todas las tristezas, 
como si el llanto fuera una semilla 
y yo el único surco de la tierra.

jueves, 5 de julio de 2018

Tarde es, amor

El poeta junto a su esposa Yolanda Pina

Volví la frente: estabas. Estuviste
esperándome siempre.
Detrás de una palabra
maravillosa, siempre.
Abres y cierras, suave, el cielo.
Como esperándote, amanece.
Cedes la luz, mueves la brisa
de los atardeceres.
Volví la vida; vi que estabas
tejiendo, destejiendo siempre.
Silenciosa, tejiendo
(tarde es, Amor, ya tarde y peligroso)
y destejiendo nieve…