viernes, 31 de mayo de 2019

Cerezas


esa mujer que ahora mismito se parece a santa teresa
en el revés de un éxtasis/hace dos o tres besos fue
mar absorto en el colibrí que vuela por su ojo izquierdo
cuando le dan de amar/

y un beso antes todavía/
pisaba el mundo corrigiendo la noche
con un pretexto cualquiera/en realidad es una nube
a caballo de una mujer/un corazón

que avanza en elefante cuando tocan
el himno nacional y ella
rezonga como un bandoneón mojado hasta los huesos
por la llovizna nacional/

esa mujer pide limosna en un crepúsculo de ollas
que lava con furor/con sangre/con olvido/
encenderla es como poner en la vitrola un disco de gardel/
caen calles de fuego de su barrio irrompible

y una mujer y un hombre que caminan atados
al delantal de penas con que se pone a lavar/
igual que mi madre lavando pisos cada día/
para que el día tenga una perla en los pies/

es una perla de rocío/
mamá se levantaba con los ojos llenos de rocío/
le crecían cerezas en los ojos y cada noche los besaba el rocío/
en la mitad de la noche me despertaba el ruido de sus cerezas 
creciendo/

el olor de sus ojos me abrigaba en la pieza/
siempre le vi ramitas verdes en las manos con que fregaba el día/
limpiaba suciedades del mundo/
lavaba el piso del sur/

volviendo a esa mujer/en sus hojas más altas se posan
los horizontes que miré mañana/
los pajaritos que volarán ayer/
yo mismo con su nombre en mis labios/

viernes, 24 de mayo de 2019

Tanto amor


Amado con su hermana y su hija adoptiva. Foto: Flickr. Autor: Rachel McLeod Kaminer

Hay tanto amor en mi alma que no queda 
ni el rincón más estrecho para el odio. 
¿Dónde quieres que ponga los rencores 
que tus vilezas engendrar podrían? 

Impasible no soy: todo lo siento, 
lo sufro todo...Pero como el niño 
a quien hacen llorar, en cuanto mira 
un juguete delante de sus ojos 
se consuela, sonríe, 
y las ávidas manos 
tiende hacia él sin recordar la pena, 
así yo, ante el divino panorama 
de mi idea, ante lo inenarrable 
de mi amor infinito, 
no siento ni el maligno alfilerazo 
ni la cruel afilada 
ironía, ni escucho la sarcástica 
risa. Todo lo olvido, 
porque soy sólo corazón, soy ojos 
no más, para asomarme a la ventana 
y ver pasar el inefable Ensueño, 
vestido de violeta, 
y con toda la luz de la mañana, 
de sus ojos divinos en la quieta 
limpidez de la fontana... 

viernes, 17 de mayo de 2019

Avellaneda...


«Hace veinte años se me murió alguien. Alguien que era todo. Pero no se murió con esta muerte. Simplemente, se fue. Del país, de mi vida, sobre todo de mi vida. Es peor esa muerte, se lo aseguro. Porque fui yo quien pedí que se fuera, y hasta ahora nunca me lo perdoné. Es peor esa muerte, porque una queda aprisionada en el propio pasado, destruida por el propio sacrificio». Se pasó una mano por la nuca y yo pensé que iba a decir: «No sé por qué le cuento a usted estas cosas». Pero en cambio agregó: «Laura era lo último que me quedaba de él. Por eso siento otra vez que el corazón es una cosa enorme que empieza en el estómago y acaba en la garganta. Por eso sé lo que usted está pasando». Acercó una silla y se sentó extenuada. Yo pregunté: «Y ella, ¿qué sabía de eso?». «Nada», dijo. «Laura no sabía absolutamente nada. Yo soy la única dueña de mi historia. Pobre orgullo, ¿verdad?» De pronto me acordé: «¿Y su teoría de la felicidad?». Sonrió, casi indefensa: «¿También le contó eso? Fue una hermosa mentira, un cuento de hadas para que mi hija no perdiera pie, para que mi hija se sintiera vivir. Fue el mejor regalo que le hice. Pobrecita». Lloraba con los ojos en alto, sin pasarse las manos por la cara, lloraba con orgullo. «Pero usted quiere saber», dijo. Entonces me contó los últimos días, las últimas palabras, los últimos momentos de Avellaneda. Pero eso nunca será anotado. Eso es Mío, incorruptiblemente Mío. Eso estará esperándome en la noche, en todas las noches, para cuando yo retome el hilo de mi insomnio, y diga: «Amor».

Fragmento de La Tregua
Mario Benedetti

viernes, 10 de mayo de 2019

Si un día...


Si un día, San Gregorio, me fuera de tus calles
y el suelo de otro pueblo sustentara mi planta,
cómo olvidar que en ellas
anduvo mi esperanza
y alguna vez maldije
de aburrimiento y rabia.

En ti empezó mi vida
y transcurrió mi infancia.
Aquí mi juventud
pudo agitar sus alas
y dichas y pesares los  contempló tu cielo.
Cómo olvidar, entonces, si tu bondad fue tanta.

Aquí todas las cosas
dirán siempre mi nombre,
porque aquí vine al mundo
y llevo muchos años
entre luces y sombras.

Aquí todas las calles,
las casas y los árboles
me extrañarán un día…
Entre ellos anduvo
la inquietud de aquel niño….
y el ave de mis sueños
vuela y canta.

lunes, 6 de mayo de 2019

Quiebra la luz...


Quiebra la luz el vuelo de las hojas
 que el otoño destruye y enriquece
 de insectos muertos y podridos pétalos,
 hospitalario fango
 donde dormida anidará la brisa.
 Cierro los ojos ensayando muerte, 
dejo que se anonaden en silencio los bienes y los males,
 aprendo a desprenderme de cuanto en mí alentaba, 
y puesto al margen de la vida miro
 la vida misma inaccesible y mía
 en su total belleza.
 Eternidad afirmo.
 Los espacios
 se niegan en lo oscuro
 y el tiempo es la medida de la nada.