viernes, 29 de abril de 2022

Luna

Bosque nocturno, gouache y carbón sobre tabla, 1975.


Pandereta de siglos para dormir al hombre
preso en el corazón mudo del universo.
Media manzana de oro para que el niño coma
hasta sentirse eterno.

Árboles, puentes, torres, montes, mares, caminos.
Y todo a la deriva se irá desvaneciendo.
Cuando ellos ya no vivan, en el espacio, libre,
tú seguirás viviendo.

Y cuando nos cansemos (porque hemos de cansarnos).
Y cuando nos vayamos (porque te dejaremos).
Cuando nadie recuerde que un día nos morimos
(porque nos moriremos),

pandereta de siglos para dormir al hombre,
media manzana de oro que mide nuestro tiempo,
cuando ya no sintamos, cuando ya no seamos,
tú seguirás viviendo.

viernes, 22 de abril de 2022

Elogio de la lengua



Me vendió un cartón de bingo
y me preguntó de dónde era.
“De Uruguay”, le dije.
“Habla el español más dulce del mundo”,
me contestó mientras se iba
blandiendo los cartones
como abalorios de la suerte.
A mí, esa noche,
ya no me importó perder o ganar.
Me di cuenta de que estaba enganchada a una lengua
como a una madre,
y que el salón de bingo
era el útero materno.


Premio Cervantes 2021

viernes, 8 de abril de 2022

Palabras

Autorretrato / Emilia Bertolé

Vanidad de las calles,
de la gente que pasa,
con la torpe acechanza de los hombres
y de sus miradas
que se posan tenaces como moscas
en mi piel pálida.

Y el encuentro imprevisto
con el pobre amigo de cara trágica,
que me cuenta su angustia
mientras yo le hablo con mi voz más cálida
del amor a la vida:
yo que no espero nada.

¡Ah, la tortura íntima
de esta escena diaria!
Tener el alma muerta
y regalar palabras.

viernes, 1 de abril de 2022

Era una mañana y abril sonreía


En la ventana / Pedro Blanes Viale

Era una mañana y abril sonreía.
Frente al horizonte dorado moría
la luna, muy blanca y opaca; tras ella,
cual tenue ligera quimera, corría
la nube que apenas enturbia una estrella.

Como sonreía la rosa mañana,
al sol del oriente abrí mi ventana;
y en mi triste alcoba penetró el oriente
en canto de alondras, en risa de fuente
y en suave perfume de flora temprana.

Fue una clara tarde de melancolía.
Abril sonreía. Yo abrí las ventanas
de mi casa al viento... El viento traía
perfumes de rosas, doblar de campanas...

Doblar de campanas lejanas, llorosas,
suave de rosas aromado aliento...
¿Dónde están los huertos floridos de rosas?
¿Qué dicen las dulces campanas al viento?

Pregunté a la tarde de abril que moría:
—¿Al fin la alegría se acerca a mi casa?
La tarde de abril sonrió: —La alegría
pasó por tu puerta—y luego, sombría—:
Pasó por tu puerta. Dos veces no pasa.