viernes, 26 de agosto de 2022

Fines de agosto

 


 

 

A finales de agosto hay algo que estalla
en hojas pequeñísimas.
La explosión silenciosa
tras verdes clarísimos
y hasta a veces en la punta de las hojas un tono
diferente, difícil de definir, brilloso.

¿Te molesta este tema tan manido?
No importa.
Ellas
–las hojas–
salen.
                                       
                              Circe Maia 

viernes, 19 de agosto de 2022

Esa fría luz de la memoria...

Luna y osamenta / José Cuneo

Es fría la luz de la memoria
lo apenas entrevisto brilla
con insistencia
gira buscando el casco de botella
o el charco de lluvia

tras cualquier puerta que se abre
está la luna
tan grande y plana
tan fuera de lugar
como si de un cuadro se tratara
óleo sobre papel
endurecido por el tiempo

así cayeron en la mente
formas y colores
casualidades
azar que anuda sombras
vuelcos en la negra marmita
donde a borbotones
se cuecen gozo y espanto

crece el yeso de un cielo
mil veces lastimado
mil veces blanqueado
se borra el mundo y se vuelve
a escribir
hasta el último aliento

sólo esto
eternidad aparente
mísera astilla de luz en
la entraña
del animal
que apenas estuvo

viernes, 12 de agosto de 2022

Cuando el tiempo ya es ido, uno retorna

Los farolillos / Joaquín Sorolla

Cuando el tiempo ya es ido, uno retorna
como a la casa de la infancia, a algunos
días, rostros, sucesos que supieron
recorrer el camino de nuestro corazón.
Vuelven de nuevo los cansados pasos
cada vez más sencillos y más lentos,
al mismo día, el mismo amigo, el mismo
viejo sol. Y queremos contar la maravilla
ciega para los otros, a nuestros ojos clara,
en donde la memoria ha detenido
como un pintor, un gesto de la mano,
una sonrisa, un modo breve de saludar.
Pues poco a poco el mundo se vuelve impenetrable,
los ojos no comprenden, la mano ya no toca
el alimento innombrable, lo real.

viernes, 5 de agosto de 2022

Los extraños retratos


Ahora que estamos solos,
infancia mía,
hablemos,

olvidando un momento
los extraños retratos
que nos hicieron.

Hablemos de lo que tú y yo,
por no tener ya nada,
sabemos.

Que esta solitaria noche mía
no ha tenido la gracia
del comienzo,

y entré en la danza oscura de mi estirpe
como un joven tristísimo
en un lienzo.

Mi imagen sucesiva no me habita
sino como un oscuro
remordimiento,

sin poder distinguir siquiera
qué de mi pan o de mi vino
invento.

En el oscuro cuarto en que levanto
la mano con un gesto
polvoriento,

donde no puedo entrar, allí me miras
con tu traje y tu terco
fundamento,

y no sé si me llamas o qué quieres
en este mutuo, extraño
desencuentro.

Y a veces me parece que me pides
para que yo te saque
del silencio,

me buscas en los árboles de oro
y en el perdido parque
del recuerdo,

y a veces me parece que te busco
a tu tranquila fuerza
y tu sombrero,

para que tú me enseñes el camino
de mi perdido nombre
verdadero.

De tu estrella distante, aparecida,
no quiero más la luz tan triste
sino el Cuerpo.

Ahonda en mí. Encuéntrame.
Y que tu pan sea el día
nuestro.