viernes, 26 de enero de 2024

Los últimos ángeles de la tarde

 Selva Casal en Montevideo en 2010 / Walter Diconca


En este lugar maravilloso vive la tristeza
maravillosos son los días que transcurren
y no sé por qué
yo tenía un sombrero con cerezas
un tío que se llamaba Juan
en el jardín enterraba los pájaros muertos
que siempre resucitaban eso era seguro
nada de esto volverá a ocurrir
no obstante eso respiro todavía
no me acostumbraré jamás
ni a la muerte ni a la vida
si me siento a llorar dirán que estoy loca
si me quedo callada también
y tú dónde estás quién eres
por qué lees este poema
algunas flores se despiertan tarde
no puedo abandonar pensamientos de la nada
porque no sé lo que es morir
y apenas lo sospecho
hoy que es lunes que es martes que es siempre
no sé a quien le hablo
ni por qué se suicidan de amor
mi casa no es mi casa
como si todos hubieran desaparecido por encanto
para después reencarnarse en locos vagabundos
para así atrapar
a los últimos ángeles de la tarde.

Selva Casal Muñoz

viernes, 19 de enero de 2024

El sueño de la enredadera



¡Oh tierra que alimentas mis raíces!
alejarme de ti es mi vivo anhelo;
por eso, aunque muy débiles, mis ramas
suben y suben, cual buscando el cielo.

Varas enjutas que formáis mi zarzo,
aunque no alcance yo la ansiada altura
os ceñiré con fraternales brazos
y luciréis alegre vestidura.
Nadie en breve podré reconoceros
cubiertas por mis hojas y mis flores,
y a nuestra fresca sombra muchos seres
vendrán a refugiarse en los calores.

Y vendrán, confundiendo sus encantos,
picaflores y lindas mariposas
a buscar el sustento de su vida
en la miel de mis flores olorosas.

¡Cuán alegre seré la vida, entonces,
cuando pueda ofrecer mi seno amigo
a vivientes tan bellos e inocentes,
dulce alimento y protector abrigo!

¡Oh tierra que alimentas mis raíces!
alejarme de ti es mi vivo anhelo.
Elevarme, dar flores, muchas flores:
es esa mi misión y ese es mi cielo.
Y lo mismo que muere sin temores
el hombre que fue activo, honrado y bueno,
cumplida mi misión, oh madre tierra,
trocada en polvo volveré a tu seno.

Vicenta Castro Cambón
1882-1928

viernes, 12 de enero de 2024

Helechos

 



Dónde la humedad se guarda
asistidora y mansueta
y el resuello del calor
no alcanza a la Madre Gea,
suben, suben silenciosos
como unas palabras lentas,
en silencio suben, suben
estos duendes manos quietas.

Y cuando tienen la alzada
de la garza o el flamenco,
ya descansan y se quedan
latiendo de su misterio.
¡No pasar por ellos, digo,
dejarlos, que están durmiendo!
Porque sólo yo, fantasma,
ni los doblo ni los hiero.

Óiganlos dormir, dormir
sin moverles un cabello.
Ellos no viven ni mueren,
sólo escuchan el silencio,
y con el silencio hacen
cosa que no conocemos:
sueño de niños o danzas
de unos enanos traviesos.
Quedan así entredormidos
custodiando su secreto
y tal vez mi propio sueño.

Duerman los helechos altos
callados como un secreto,
sigan latiendo dormidos
así, callando y latiendo.

¡Qué dulce su frente fría
y su aspiración de cielo!
En el aire van y van
y restan, restan, quedados,
y se parecen al monje
que entrega en su rezo el alma.
Duerman los helechos altos
que yo guardaré su sueño.

Gabriela Mistral (Chile, 1889 - 1957) 

viernes, 5 de enero de 2024

¡¡Aquellos Reyes Magos!!

 



Reyes Magos de mi niñez

cuando todo era manifiesta alegría,

cuando nadie ni nada ensombrecía

la inmensa felicidad de ese día.

 

Con que poco me conformaba

la muñeca de cartón que me sonreía,

los lapiceros de colores que soñaba

igualitos al arco iris cuando llovía.

 

La víspera de ese inmemorable día

recogía toda la hierba que podía,

el tiesto con agua y pan del otro día

y algún dibujito del Niño con María.

 

Todo para recibir a sus Majestades

que llegarían cargaditos de Oriente,

y, ¡a la cama!, decían mis padres,

que por este barrio pasan antes.

 

Era la única noche que obedecía

y rebosante de felicidad me dormía,

en mis sueños llegaban deslumbrantes

con sus capas y coronas de diamantes.

 

Con las primeras luces del alba

descalza me tiraba de la cama,

y … más que correr volaba.

la inocencia de mi alma.

 

En la Parroquia y en la escuela,

también en la casa de mi abuela

siempre dejaban alguna cosilla

¡por ser buena!, me decían.

 

Hoy lo que yo daría

por volver a aquellas horas vividas

junto a los seres que más quería…

y que colmaron de amor mis días.

 

Como han pasado los años

¡las vueltas que dio la vida!,

aquellos Reyes de antaño

ya no volverán a mi vida.

 

Reyes Magos de mi niñez

¡venid de nuevo a visitarme!,

…aunque entrada en la vejez

quiero volver a ilusionarme.


Fina