viernes, 27 de diciembre de 2019


Oda al primer día del año



                                                       
                                                       
Lo distinguimos
como
si fuera
un caballito
diferente de todos
los caballos.
Adornamos
su frente
con una cinta,
le ponemos
al cuello cascabeles colorados,
y a medianoche
vamos a recibirlo
como si fuera
explorador que baja de una estrella.

Como el pan se parece
al pan de ayer,
como un anillo a todos los anillos:
los días
parpadean
claros, tintineante, fugitivos,
y se recuestan en la noche oscura.

Veo el último
día
de este
año
en un ferrocarril, hacia las lluvias
del distante archipiélago morado,
y el hombre
de la máquina,
complicada como un reloj del cielo,
agachando los ojos
a la infinita
pauta de los rieles,
a las brillantes manivelas,
a los veloces vínculos del fuego.

Oh conductor de trenes
desbocados
hacia estaciones
negras de la noche.
Este final
del año
sin mujer y sin hijos,
no es igual al de ayer, al de mañana?
Desde las vías
y las maestranzas
el primer día, la primera aurora
de un año que comienza
tiene el mismo oxidado
color de tren de hierro:
y saludan
los seres del camino,
las vacas, las aldeas,
en el vapor del alba,
sin saber
que se trata
de la puerta del año,
de un día
sacudido
por campanas,
adornado con plumas y claveles,

La tierra
no lo
sabe:
recibirá
este día
dorado, gris, celeste,
lo extenderá en colinas,
lo mojará con
flechas
de
transparente
lluvia,
y luego
lo enrollará
en su tubo,
lo guardará en la sombra.

Así es, pero
pequeña
puerta de la esperanza,
nuevo día del año,
aunque seas igual
como los panes
a todo pan,
te vamos a vivir de otra manera,
te vamos a comer, a florecer,
a esperar.
Te pondremos
como una torta
en nuestra vida,
te encenderemos
como candelabro,
te beberemos
como
si fueras un topacio.

Día
del año
nuevo,
día eléctrico, fresco,
todas
las hojas salen verdes
del
tronco de tu tiempo.

Corónanos
con
agua,
con jazmines
abiertos,
con todos los aromas
desplegados,
sí,
aunque
sólo
seas
un día,
un pobre
día humano,
tu aureola
palpita
sobre tantos
cansados
corazones,
y eres,
oh día
nuevo,
oh nube venidera,
pan nunca visto,
torre
permanente!

 Pablo Neruda 

viernes, 13 de diciembre de 2019

Amor, amor


Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,
late vivo en el sol y se prende al pinar.
No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:
¡lo tendrás que escuchar!

Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,
ruegos tímidos, imperativos de amar.
No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave:
¡lo tendrás que hospedar!

Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas.
Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.
No te vale decirle que albergarlo rehúsas:
¡lo tendrás que hospedar!

Tiene argucias sutiles en la réplica fina,
argumentos de sabio, pero en voz de mujer.
Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:
¡le tendrás que creer!

Te echa venda de lino; tú la venda toleras;
te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir.
Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras
¡que eso para en morir!

viernes, 6 de diciembre de 2019

Luz de domingo

http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/
bitstream/123456789/27239/1/AquiPoesiaN12.pdf

Luz de domingo.
 Perdida geografía de mi infancia.
 Tienes
 no sé que aire de inocencia antigua
 y el mismo
 color de la memoria de mi madre.
 El hombre del farol tendía un oro
 de margaritas en la plaza.
 Te caía en el hombro
 la sombra de una acacia.
 La noche iba distante
 encendiendo ventanas.
 Sin levantar los ojos, una estrella
 sola, entre nubes, miro.
 Y se nos va la vida,
 y aún estás en mi sueño,
 luz celeste, lejana de Domingo. 

viernes, 29 de noviembre de 2019

No tires las cartas de amor


Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.

viernes, 22 de noviembre de 2019

Historias verdaderas

Margaret Atwood Eden Mills Writers Festival 2006
i
No preguntes por la historia verdadera,
¿Para qué la quieres?
No es por donde yo empiezo
ni lo que llevo conmigo.
Ni con lo que navego,
un cuchillo, un fuego azul,
suerte, dos o tres palabras buenas
que todavía funcionan, y la marea.

ii
La historia verdadera se perdió
en el camino a la playa, es algo
que nunca tuve, esa maraña negra
de ramas bajo una luz cambiante,
mis pisadas borrosas
llenándose de agua
salada, este manojo
de huesos diminutos, esta cacería de lechuzas;
una luna, papeles abollados, una moneda,
el resplandor de un picnic viejo,
los huecos que los amantes
dejaron en la arena hace
cien años: ni idea.

iii
La historia verdadera está
entre las otras historias,
un lío de colores, como la ropa revuelta,
tirada o desparramada,
como los corazones sobre el mármol, como las sílabas,
como las sobras del carnicero.
La historia verdadera es mezquina
y múltiple y falsa
después de todo. ¿Para qué
la quieres? Nunca preguntes
por la historia verdadera.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Les feuilles mortes



¡Oh! Me gustaría tanto que recordaras
Los días felices cuando éramos amigos...
En aquel tiempo la vida era más hermosa
Y el sol brillaba más que hoy.
Las hojas muertas se recogen con un rastrillo...
¿Ves? No lo he olvidado...
Las hojas muertas se recogen con un rastrillo
Los recuerdos y las penas, también.
Y el viento del norte se las lleva
En la noche fría del olvido
¿Ves? No he olvidado
la canción que tú me cantabas.

Es una canción que nos acerca
Tú me amabas y yo te amaba
Vivíamos juntos
Tú, que me amabas, y yo, que te amaba...
Pero la vida separa a aquellos que se aman
Silenciosamente sin hacer ruido
Y el mar borra sobre la arena
El paso de los amantes que se separan.

Las hojas muertas se recogen con un rastrillo.
Los recuerdos y las penas, también.
Pero mi amor, silencioso y fiel
Siempre sonríe y le agradece a la vida.
Yo te amaba, y eras tan linda...
¿Cómo crees que podría olvidarte?
En aquel tiempo la vida era más hermosa
Y el sol brillaba más que hoy
Eras mi más dulce amiga,
Mas no tengo sino recuerdos
Y  la canción que tú me cantabas,
¡Siempre, siempre la recordaré!


Jacques Prévert

viernes, 8 de noviembre de 2019

No volverá




No volverá
como el calor que el pan exhala,
esta mitad ya de tu vida,
no volverá a entibiarte aquella sangre
que ya corrió.

Inhábil como un niño,
tu jaula mal cerrada sus pájaros dispersa;
al viento van tus días,
despedazados aleteos.

Lo que ha sido tu vida,
sobre la tierra ahora tiene menos peso
que la huella de un beso
posada en una frente.

O como una palabra
(menos aún que un beso);
¿y a quién se la dirás?
¿a quién le confiarás que amaste, odiaste,
tuviste un día el tiempo entre tus brazos?
El nombre del pasado no quiere decir nada
si no es para los labios que lo dicen.

Buscarás en el peso del silencio
lo que el presente duramente trenza,
y para tener algo entre las manos,
no dirás «he vivido»,
no hablarás esas sílabas
que conmueven tan fugitivamente al aire...

viernes, 1 de noviembre de 2019

Después del amor


No pudimos ser. La tierra
no pudo tanto. No somos
cuanto se propuso el sol
en un anhelo remoto.
Un pie se acerca a lo claro.
En lo oscuro insiste el otro.
Porque el amor no es perpetuo
en nadie, ni en mí tampoco.
El odio aguarda su instante
dentro del carbón más hondo.
Rojo es el odio y nutrido.

El amor, pálido y solo.

Cansado de odiar, te amo.
Cansado de amar, te odio.

Llueve tiempo, llueve tiempo.
Y un día triste entre todos,
triste por toda la tierra,
triste desde mí hasta el lobo,
dormimos y despertamos
con un tigre entre los ojos.

Piedras, hombres como piedras,
duros y plenos de encono,
chocan en el aire, donde
chocan las piedras de pronto.

Soledades que hoy rechazan
y ayer juntaban sus rostros.
Soledades que en el beso
guardan el rugido sordo.
Soledades para siempre.
Soledades sin apoyo.

Cuerpos como un mar voraz,
entrechocado, furioso.

Solitariamente atados
por el amor, por el odio.
Por las venas surgen hombres,
cruzan las ciudades, torvos.

En el corazón arraiga
solitariamente todo.
Huellas sin compaña quedan
como en el agua, en el fondo.

Sólo una voz, a lo lejos,
siempre a lo lejos la oigo,
acompaña y hace ir
igual que el cuello a los hombros.

Sólo una voz me arrebata
este armazón espinoso
de vello retrocedido
y erizado que me pongo.

Los secos vientos no pueden
secar los mares jugosos.
Y el corazón permanece
fresco en su cárcel de agosto
porque esa voz es el arma
más tierna de los arroyos:

«Miguel: me acuerdo de ti
después del sol y del polvo,
antes de la misma luna,
tumba de un sueño amoroso».

Amor: aleja mi ser
de sus primeros escombros,
y edificándome, dicta
una verdad como un soplo.

Después del amor, la tierra.
Después de la tierra, todo.

viernes, 25 de octubre de 2019

Anda, date a volar, hazte una abeja...

Alfonsina Storni en Mar del Plata

Anda, date a volar, hazte una abeja,
En el jardín florecen amapolas,
Y el néctar fino colma las corolas;
Mañana el alma tuya estará vieja.

Anda, suelta a volar, hazte paloma,
Recorre el bosque y picotea granos,
Come migajas en distintas manos
La pulpa muerde de fragante poma.

Anda, date a volar, sé golondrina,
Busca la playa de los soles de oro,
Gusta la primavera y su tesoro,
La primavera es única y divina.

Mueres de sed: no he de oprimirte tanto…
Anda, camina por el mundo, sabe;
Dispuesta sobre el mar está tu nave:
Date a bogar hacia el mejor encanto.

Corre, camina más, es poco aquéllo…
Aún quedan cosas que tu mano anhela,
Corre, camina, gira, sube y vuela:
Gústalo todo porque todo es bello.

Echa a volar… mi amor no te detiene,
¡Cómo te entiendo, Bien, cómo te entiendo!
Llore mi vida… el corazón se apene…
Date a volar, Amor, yo te comprendo.

Callada el alma… el corazón partido,
Suelto tus alas… ve… pero te espero.
¿Cómo traerás el corazón, viajero?
Tendré piedad de un corazón vencido.

Para que tanta sed bebiendo cures
Hay numerosas sendas para ti…
Pero se hace la noche; no te apures…
Todas traen a mí…

Alfonsina Storni

viernes, 18 de octubre de 2019

Quizá el amor es simplemente esto

Dormitorio en Arlés / Vincent van Gogh

Quizá el amor es simplemente esto:
entregar una mano a otras dos manos,
olfatear una dorada nuca
y sentir que otro cuerpo nos responde en silencio.

El grito y el dolor se pierden, dejan
sólo las huellas de sus negros rebaños,
y nada más nos queda este presente eterno
de renovarse entre unos brazos.

Maquina la frente tortuosos caminos
y el corazón con frecuencia se confunde,
mientras las manos, en su sencillo oficio,
torpes y humildes siempre aciertan.

En medio de la noche alza su queja
el desamado, y a las estrellas mezcla
en su triste destino.
Cuando exhausto baja los ojos, ve otros ojos
que infantiles se miran en los suyos.

Quizá el amor sea simplemente eso:
el gesto de acercarse y olvidarse.
Cada uno permanece siendo él mismo,
pero hay dos cuerpos que se funden.

Qué locura querer forzar un pecho
o una boca sellada.
Cerca del ofuscado, su caricia otro pecho exige,
otros labios, su beso,
su natural deleite otra criatura.

De madrugada, junto al frío,
el insomne contempla sus inusadas manos:
piensa orgulloso que todo allí termina;
por sus sienes las lágrimas resbalan…
Y sin embargo, el amor quizá sea sólo esto:
olvidarse del llanto, dar de beber con gozo
a la boca que nos da, gozosa, su agua;
resignarse a la paz inocente del tigre;
dormirse junto a un cuerpo que se duerme.

viernes, 11 de octubre de 2019

No verte

Escultura de Gerardo Diego en Soria, realizada en 2011 por Ricardo González

Un día y otro día y otro día.
No verte.
Poderte ver, saber que andas tan cerca,
que es probable el milagro de la suerte.
No verte.
Y el corazón y el cálculo y la brújula,
fracasando los tres. No hay quien te acierte.
No verte.
Miércoles, jueves, viernes, no encontrarte,
no respirar, no ser, no merecerte.
No verte.
Desesperadamente amar, amarte
y volver a nacer para quererte.
No verte.
Sí, nacer cada día. Todo es nuevo.
Nueva eres tú, mi vida, tú, mi muerte.
No verte.
Andar a tientas (y era mediodía)
con temor infinito de romperte.
No verte.
Oír tu voz, oler tu aroma, sueños,
ay, espejismos que el desierto invierte.
No verte.
Pensar que tú me huyes, me deseas,
querrías encontrarte en mí, perderte.
No verte.
Dos barcos en la mar, ciegas las velas.
¿Se besarán mañana sus estelas?

viernes, 4 de octubre de 2019

Algo le falta a la tarde...

Atardecer / Vladimir Iglesias

Algo le falta a la tarde,
no están completos los pinos,
y yo mirando a las nubes
siento lo que no he sentido.

A cada instante pregunto
por el tesoro perdido
cuya sombra se desplaza
con melancólico frío.

Mirándome está el deseo,
nocturno, solo, infinito;
callada va la nostalgia
llameando eternos vestigios.

No llega nunca mi gesto
a la tierra del destino;
la vida acaba inconclusa,
quedan los sueños en vilo.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Momentos


Líber Falco y Dilia Fernández en Piriápolis
               I


Canta tu canto
liso y llano.
Canta tu caracol de mar
junto al oído.
Canta tu amor, tu desamor
y olvido.




                       II



Hoy domingo de mañana,
cielo, sol,
vuelan campanas,
vuela mi corazón
en la mañana.




                      III



Con esto tan poco
que te han dado,
sé feliz.
Oh! desgraciado.




                      IV



Era la soledad
y una mar y un cielo,
un irse abajo, arriba,
un viento sin caminos.
Era la soledad y un mar y un cielo,
debatiéndoes.




                       V



Niña -pájaro- asustado
¿qué cosa golpeaba tu corazón,
que una tarde de julio o júbilo
sentí en mi mano?
La poesía, dije,
el amor...
Niña -pájaro- asustado
¿qué cosa golpeaba tu corazón?




                      VI



Amigo,
después de todo y tanto,
bien está todo como está.
Id como hasta ahora,
apenas triste, y solo
con tu canto.




                     VII



Con verde lengua
y labios de alba espuma,
ríe el mar sobre la playa.
Y sin embargo,
cuántos muertos guarda!




                    VIII



Despierto en la alta noche
los gallos cantan,
y un aire inocente
baña a la tierra.
Es triste y no es triste
sentir entonces, que todo acaba
o que de nuevo empieza.

jueves, 19 de septiembre de 2019

De alguna manera...


De alguna manera
tendré que olvidarte,
por mucho que quiera
no es fácil, ya sabes,
me faltan las fuerzas,
ha sido muy tarde,
y nada más, y nada más,
apenas nada más.

Las noches te acercan
y enredas el aire,
mis labios se secan
e intento besarte,
qué fría es la cera
de un beso de nadie
y nada más, y nada más,
apenas nada más.

Las horas de piedra
parecen cansarse
y el tiempo se peina
con gesto de amante,
de alguna manera
tendré que olvidarte
y nada más, y nada más,
apenas nada más.

viernes, 13 de septiembre de 2019

A la izquierda del roble

Jardín Botánico de Montevideo

... No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo despierta con la lluvia. 
Ahora la última nube ha resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.
El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan 
para nadar desesperadamente. 
Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
eternos y escondidos en la lluvia 
diciéndose quién sabe qué silencios. 
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas. 
Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Preámbulo a un silencio


Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas
a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol —en verano—
y se calla.
(¿Dije tranquilamente?: falso, falso:
uno se sienta inquieto haciendo extraños gestos,
pisoteando las hojas abatidas
por la furia de un otoño sombrío,
destrozando con los dedos el cartón inocente de una caja de fósforos,
mordiendo injustamente las uñas de esos dedos,
escupiendo en los charcos invernales,
golpeando con el puño cerrado la piel rugosa de las casas que permanecen indiferentes al paso de la primavera,
una primavera urbana que asoma con timidez los flecos de sus cabellos verdes allá arriba,
detrás del zinc oscuro de los canalones,
levemente arraigada a la materia efímera de las tejas a punto de ser polvo.)
Eso es cierto, tan cierto
como que tengo un nombre con alas celestiales,
arcangélico nombre que a nada corresponde:
Ángel,
me dicen,
y yo me levanto
disciplinado y recto
con las alas mordidas
—quiero decir: las uñas—
y sonrío y me callo porque, en último extremo,
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras.