viernes, 30 de septiembre de 2022

Estás caído

Avenida Jorge Salerno - Parque de la Facultad de Agronomía


(A Salerno)

Estás caído
Bajo unos eucaliptus
Con las palmas de las manos
abiertas
mirando para arriba.
Estás tendido en la hierba
Y un poco de sombra
Se acompaña
Con un poco de sol
A medias, entibiándote la cara;
La tarde calurosa de octubre
Se pone de pie y te descubre.
Un poco más allá
-tal vez no alcances a ver-
un tronco retorcido, grueso
sugiere un cielo
con el subir frondoso
y el canto de las aves.

Estás pues, allí dormido
Con las veinticuatro primaveras
Y la boca semiabierta
Y el traje oscuro
El cabello confundido con el pasto;
Estás, sí
allí
y el eucaliptus, como el mundo
por la muda expectativa
y la mirada incierta
compartiendo el sol y la sombra
de un vasto escenario
poblado de escuelas y silencios
(los silencios de las tardes calurosas
de octubre entre las chacras
y el incesante decir de las cigarras
más el aire infectado de luz
y caminos de tierra, sin final
siempre recorridos, sin apuro).

(8 de octubre 1969) 

lunes, 26 de septiembre de 2022

Setiembre

Corona de novia - Parque de la Facultad de Agronomía

Mira setiembre nada se ha perdido
con fiarnos de las hojas.
La juventud vino y se fue, los árboles no se movieron
El hermano al morir te quemó en llanto
pero el sol continúa.
La casa fue derrumbada, no su recuerdo.
Mira setiembre con su pala al hombro
cómo arrastra hojas secas.

La vida vale más que la vida, sólo eso cuenta.
Nadie nos preguntó para nacer,
¿qué sabían nuestros padres? ¿Los suyos qué supieron?
Ningún dolor les ahorró sombra y sin embargo
se mezclaron al tiempo terrestre.
Los árboles saben menos que nosotros
y aún no se vuelven.
La tierra va más sola ahora sin dioses
pero nunca blasfema.
Mira setiembre cómo te abre el bosque
y sobrepasa tu deseo.
Abre tus manos, llénalas con estas lentas hojas,
no dejes que una sola se te pierda.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Tanta vida en cuatro versos

Caricatura a color de Washington Benavides firmada por Ombú

“Una por mí se moría
yo me muero por usté;
usté se muere por otro:
¡qué mundo tan al revés!”

Coplas con sabiduría
que en el camino encontré,
¡tanta vida en cuatro versos!
pa mis adentros, pensé.

“En la puerta de tu casa
tres arbolitos planté:
planté una fe, una esperanza
y un jamás te olvidaré”.

Pero también he plantado
porque te sé precavida
un corazón al revés
y una flor que dice: olvida!

Coplas como “panaderos”,
como nubes, como aquel
mirlo que cantaba, manso,
a orillas del Arapey...

“Yo soy tararira vieja
que busca lo más profundo:
viveza precisa el hombre
para vivir en el mundo”.

Pero también necesita,
y la copla no lo dice:
una mujer compañera,
una canción cuando triste.

“El valor todo lo puede,
hay que tenerse confianza;
y lo que el valor no puede
lo ha de poder la esperanza”.

Coplas que son como un poncho
en un camino invernal,
y al perdido de este mundo
un agua de manantial.

Coplas con sabiduría
que en el camino encontré,
¡tanta vida en cuatro versos!
pa mis adentros, pensé.

viernes, 9 de septiembre de 2022

Tal vez en primavera...


Tal vez en primavera.
Deja que pase esta sucia estación de hollín y lágrimas
hipócritas.
Hazte fuerte. Guarda miga sobre miga. Haz una fortaleza
de toda la corrupción y el dolor.
Llegado el tiempo tendrás alas y un rabo fuerte de toro o
de elefante para liquidar todas las dudas, todas las
moscas, todas las desgracias.
Baja del árbol.
Mírate en el agua. Aprende a odiarte como a ti mismo.
Eres tú. Rudo, pelado, primero en cuatro patas, luego en
dos, después en ninguna.
Arrástrate hasta el muro, escucha la música entre las
piedrecitas.
Llámalas siglos, huesos, cebollas.
Da lo mismo.
Las palabras, los nombres, no tienen importancia.
Escucha la música. Sólo la música.

viernes, 2 de septiembre de 2022

Luz de tarde



Jardín Botánico de Montevideo


Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.

Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase…

Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como esta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.