martes, 26 de julio de 2016

Retrato


Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.


julio 1875 - febrero 1939

miércoles, 20 de julio de 2016

Negra sombra


Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
vuelves haciéndome burla.

Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.

Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.

En todo estás y tú eres todo,
para mí y en mí misma moras,
no me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras.

martes, 12 de julio de 2016

Perdí tu dirección



I

Buenos Aires, noviembre veintiséis.
Querido Pablo:
Perdí la dirección donde escribirte
y en Chile han contestado,
que te fuiste ¿quién sabe por qué rumbo?
Domicilio ignorado.

Como tengo muy claras tus palabras:
""Si llega una tristeza,
escríbeme una carta, yo te espero,
te espero simplemente donde sea"".
Ya ves, querido Pablo, es el momento
de cumplir tu promesa.

No te voy a contar como otras veces
mis pequeñas audacias.
Es más duro esta vez y más difícil;
huele a muerte en el aire y en el agua,
ya en tus versos se agita la advertencia
contra viejos fantasmas.

Cuando dije tu nombre, algunos hombres
me han mirado torcido
y me duele decirte que has logrado
tu increíble diploma de prohibido;
que de todo lo bueno, sólo dejan
tu nombre y tu partido.


II

Es hiriente pensar que fuiste tanto
y te dejan tan poco.
No respetan el himno de tus versos,
los hallan peligrosos.
En un mundo de ciegos se sospecha
del que estrena sus ojos.

Aprovechan que estás en ese viaje,
se adueña de tu tierra,
te despojan de cielo y de paisaje,
te limitan, te niegan y te encierran
en la absurda frontera de su miedo,
por miedo a tu bandera.

Y se olvidan de todos los sonidos
de tu canto profundo.
De la magia de amor que te rondaba,
de la fuerza sensual de tus impulsos
De ese grito sin patria, luminoso,
tan nuestro como tuyo.

Han matado al poeta por el hombre,
sacrilegio suicida,
gesto clásico y práctico del cuervo
que a la muerte la vuelve su comida
y alimenta con muerte su existencia,
por salvarse la vida.


III

Siento angustia y me quedo con mi rabia,
ya no tengo consuelo
para tantas infamias moralistas
impuestas por decreto,
para tantas amnesias convenientes,
censurando los vuelos.

Perdí la dirección donde escribirte,
pero ya no me importa.
Me he quedado sin ti, por el camino,
sin tu luz, sin tu voz y sin tu sombra,
pero sé que tu ausencia, aunque no quieran,
será una ausencia corta.

Donde tengas tu nuevo domicilio,
mi tristeza y mi carta
llegarán a tus manos enseguida,
instantáneo dolor en telegrama.
Mientras yo las escribo van de a poco
sosegándome el alma.

Hasta pronto querido amigo mío,
volveremos a vernos,
cuando encuentre en la calle tus verdades,
cuando estallen pasiones en mi cuerpo,
cuando todo lo hermoso de este mundo,
me repita tus versos.

Alberto Cortez

martes, 5 de julio de 2016

La voz cruel


Alzan la voz cruel 
quienes no vieron el paisaje, 
los que empujaron por el declive pedregoso 
la carne ajena, 
quienes debieron ser almas de todos 
y se arrancaban de ellos mismos 
cuerpos parásitos 
para despeñarlos. 

Mil muertos de sus vidas brotaban, 
mil muertos solitarios 
que miraban desde el suelo, 
durante el último viaje, 
la colosal estatua a la injusticia. 

No eran muertos, 
eran oprimidos, 
seres aplastados, 
ramas cortadas de un amante o de un padre, 
seres conducidos por un deseo imposible, 
topos de vicio 
que no hallarán la luz 
por sus turbias y blandas galerías. 

Alzan la voz cruel 
quienes no vieron el paisaje, 
los que triunfaron 
por la paz interior de sus mentiras. 

¡Oh mundo desigual! 
Mis ojos lloren 
el dolor,  la maldad: 
la verdad humana.