lunes, 3 de enero de 2011

Comenzamos un nuevo año….

La vida se ordena en torno a los ciclos del calendario y las tradiciones que hoy conocemos para celebrar los acontecimientos, tales como el Año Nuevo, provienen de hace ya mucho tiempo.

Nuestra sociedad moderna recuerda toda una variedad de ritos mediante supersticiones inofensivas y agradables. El catálogo de pequeños conjuros es muy amplio: hay quien come lentejas para atraer la ventura económica, algo para lo que también sirve introducir dinero dentro de los zapatos; se dice que la ropa interior roja favorece la suerte en el amor; y comer uvas a la medianoche parece reforzar el cumplimiento de los deseos.

Poco importa saber que esta última costumbre fue instituida en 1909, gracias una campaña promocional de los cosecheros, decididos a comercializar el excedente de su producción de uva.

Según la recopilación y el estudio de Sir James George Frazer, en su obra La rama dorada (1922), algunos ritos realizados por distintos pueblos para recibir el año nuevo son los siguientes:

* Los celtas de la isla de Man fechaban el Año Nuevo en la víspera de Todos los Santos, y lo celebraban ataviados con disfraces y entonando cánticos.

* Algunos pueblos de Silesia quemaban resina de pino para espantar a brujas y otros influjos malignos de los hogares. Las niñas de algunas áreas de la Rusia oriental hacían lo propio, sólo que armadas con palos cuyas puntas tenían nueve hendiduras. Las armas de la muchachada servían para golpear cada rincón, ahuyentando así a Lucifer. Luego echaban los palos al río, imaginando que también el demonio se iría con ellos, empujado por la corriente.

* En China, el primer día de la primavera –el 3 o el 4 de febrero– era considerado el comienzo del nuevo año. Para celebrarlo, por fuera de la puerta oriental de la ciudad se colocaba la efigie de un búfalo, embellecida con aperos agrícolas, que luego era quemada.

*Muchas celebraciones, como la anterior, se relacionan a la agricultura, por ejemplo, el sabio Mircea Eliade explicaba en El mito del eterno retorno (1951) cómo las sociedades primitivas simbolizan en esta fecha el levantamiento del tabú de la nueva cosecha, que a partir de esa liturgia es proclamada comestible para toda la comunidad. A juicio del sabio rumano, esos rituales de renovación de las reservas alimenticias ordenan los cortes del tiempo que impone la agricultura.

Son estos detalles los que parecen marcar un Año Nuevo, ya sea celebrando un festival agrario o un brindis con cava, siempre se señala el fin de un ciclo y el comienzo de otro.

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