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viernes, 26 de septiembre de 2025

Evocación

Terraza de café por la noche / Vincent van Gogh

Aquel café de barrio, destartalado y frío,
testigo silencioso de nuestras confidencias,
extremo de rigores, conjunto de inclemencias,
que sólo caldeaban tu corazón y el mío.

Viejo café de barrio, adonde yo acudía,
donde tú me esperabas con el alma impaciente,
y cada vez, al verme, coronaba tu frente
con un halo de luz la fugaz alegría.

Con nostálgico afán en vano te he buscado
queriendo en tus vestigios revivir un pasado
que inexorablemente para mí se ha perdido.

Nadie de ti sabía, todo estaba cambiado:
tus muros, tu recinto, la sombra de Machado
como un girón de niebla han desaparecido.

Pilar de Valderrama

viernes, 19 de septiembre de 2025

Primavera I

Corona de novia en el parque de Fagro

A veces en que estamos sobre el mundo
para ver la espantable maravilla,
en que vemos nacer la primavera
bajo un grito mortal, como los niños.
Hay veces tan difíciles, y estamos
de pie, en la irrespirable tolerancia
de la tierra, entre luces de peligro,
comiéndonos las uñas, escribiendo
una letra con tierra sobre el cielo,
para vernos el hasta dónde, el hasta
cuándo, y vernos a veces como muertos
con los huesos floridos, así reyes
yacentes y enjoyados. Para vernos.
Y hay veces entre otras, tan serenas,
en que vamos de sombra, y no se ve.

Amanda Berenguer

viernes, 12 de septiembre de 2025

Romeo de hogaño

Los amantes, René Magritte, 1928

No me sirven estos ojos para mirarte
son demasiado tímidos y miopes
habrá que adiestrarlos para que te lean
cuando sonríes desde tu neblina
No me sirven estos ojos porque parpadean
y a ti hay que mirarte sin tregua ni respiro
ya que de lo contrario eliges diluirte
en suspiros presagios y distracciones
y entonces nadie sabe a dónde te escabulles
No me sirven estos ojos porque a veces
a pesar de mi oficio de nictálope
no puedo adivinarte en tu balcón
cuando asumes la pena y el fracaso
de esta boca que no llega a tu boca
No me sirven estos ojos ni esta linterna
ni aún este sencillo proyecto de lujuria
a lo mejor no estás, a lo peor no existes
Julieta favorita de mis huesos antiguos
quimera de mi afán y mi acabose

Mario Benedetti

viernes, 5 de septiembre de 2025

A las diez de la noche



De noche, tal vez a las diez, a las doce
la soledad recobra su cara de cadáver,
frente al solitario plato, como una luna, plana
el cubierto golpea su metal desolado.

Yo y mi sombra y mi hambre de amor y de manos
mi sed de palabras.

A las diez de la noche el reloj es tan nítido
que el corazón llora pausado sus mil tardes.

A las diez, a las doce, un silencio sin nada
nos dice tristemente de todos nuestros muertos
de una angustia tan honda de puñales y clavos
y de una desesperada necesidad de algo.

Pero el cuerpo está tibio y el teléfono calla
nadie dice el nombre que siempre nos nombraba
el amor, un amigo, aquel árbol, la calle,
un domingo, un regreso, una perdida carta.

Llamo a un número a ciegas, a un nombre
que no es nada.

Nadie está a las diez de la noche.

Alba Roballo