miércoles, 29 de mayo de 2013

El galleguayo

Me soplaron la nariz
allá en la sierra de Gredos,
al comienzo de la edad
que llevo desde aquel tiempo.

Mi padre fue un catalán
que una vez llegó a aquel pueblo
donde mi madre bordaba
sus castellanos silencios.

Hijo de una bejarana
y de un soldado y obrero,
nací, como todo el mundo,
sin saber mi nacimiento.

Después quizá es otra historia,
o es otra parte del cuento;
después fue barco emigrando
o, acaso, fue barco huyendo.

Y en él viajaban mis padres,
y yo viajaba con ellos;
y en él mi vida emigraba...
¡mi vida...! y yo sin saberlo!

Y así llegué al Uruguay
-vale decir: me trajeron-
en brazos de algún destino
recién salido de pecho.

Hijo de alta serranía;
de la nieve y del destierro;
de América y la esperanza...
hijo de un barco y un puerto.

Ciudadano de dos mundos
-con papeles o sin ellos-

porque la patria del hombre
es la infancia y el recuerdo.

¿Para qué más explicar
de las dos tierras que tengo?
mi sur está en Salamanca,
mi norte en Montevideo!

Y ahora ya saben por qué
tengo el apodo que tengo,
por costumbre, por cariño...
o por la honra de tenerlo.

Que en el Río de la Plata
se lo apoda, sin remedio,
al de origen español,
"galaico","gaita" o "gallego".

Por aquí, quien más, quien menos,
tiene un "alias" de sombrero:
aquí está lleno de "gringos",
"canarios","tanos" y "negros".

Y creo que sería muy triste
-aunque no sea muy correcto-
que, en un pueblo de apodados,
no me apodara mi pueblo!

Mi sobrenombre es mi marca;
la identidad que sostengo
entre mi gente uruguaya
y entre la gente que quiero!

"Gallego" así para siempre;
aunque sería más certero
apodarme "el galleguayo"
por uruguayo y "gallego"!

...Y el mismo tiempo que yo
tiene la historia que cuento;
la misma que me nació
allá en la sierra de Gredos!

diciembre 1946 - mayo 2013

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