viernes, 31 de enero de 2025

El Seibo




Yo tengo mis recuerdos asidos a tus hojas,

yo te amo como se ama la sombra del hogar,

risueño compañero del alba de mi vida,

seibo esplendoroso del regio Paraná.


Las horas del estío pasadas a tu sombra,

pendiente de tus brazos mi hamaca guaraní,

eternas vibraciones dejaron en mi pecho,

tesoro de armonías que llevo al porvenir.


Y muchas veces, muchas, mi frente enardecida,

tostada por el rayo del sol meridional,

brumosa con la niebla de luz del pensamiento,

buscó bajo tu copa frescura y soledad.


Allí, bajo las ramas nerviosas y apartadas,

teniendo por doseles tus flores de carmín,

también su hogar aéreo suspenden los boyeros,

columpio predilecto del céfiro feliz.


Se arrojan en tus brazos, pidiéndoles apoyo,

mil suertes de lanas de múltiple color;

y abriendo victorioso tus flores carmesíes,

guirnalda de las islas, coronas su mansión.


Recuerdo aquellas ondas azules y risueñas

que en torno repetían las glorias de tu sien,

y aquellas que el pampero, sonoras y tendidas,

lanzaba cual un manto de espumas a tu pie.


Evoco aquellas tardes doradas y tranquilas,

cargadas de perfumes, de cantos y de amor,

en que los vagos sueños que duermen en el alma

despiertan en las notas de blanda vibración.


Entonces los rumores que viven en tus hojas,

confunden con las olas su música fugaz,

y se oyen de las aves los vuelos y los roces,

vagando entre las cintas del verde totoral.


¡Momentos deliciosos de olvido, de esperanza!

¡Destellos que iluminan la hermosa juventud!

¡Aquí es donde se sueña la virgen prometida

y es lumbre de sus ojos la ráfaga de luz!


Amigo de la infancia, te pido de rodillas

que el día en que a mi amada la sirvas de dosel,

me des una flor tuya, la flor mejor abierta,

para ceñir con ella la nieve de su sien.


¡Que nunca Dios me niegue tu sombra bienhechora,

seibo de mis islas, señor del Paraná!

¡Que pueda con mis versos dejar contigo el alma

viviendo de tu vida, gozando de tu paz!


¡Ah! ¡Cuando nada reste de tu cantor y seas

su solo monumento, su pompa funeral,

yo sé que en la corteza de tu musgoso tronco

alguna mano amiga mi nombre ha de grabar!

 Rafael Obligado

1851-1920

Aclaración: El Seibo_ título original del autor



 

viernes, 24 de enero de 2025

Canción




Tu mano era mi mano desde siempre,
tu voz mi voz, y yo no lo sabía.
Anduve con tu sombra
al lado de la mía
por mortales caminos
y celestes orillas.
Eras un sueño en busca de mi frente
para nacer, y yo no lo sabía.
Ya mis ojos usaron la belleza
y fueron en sedienta cacería
—con su lastimadura
de límites y aristas—
al pámpano desnudo
y a la rosa vestida,
buscándote desde los miradores
con el Amor—Que—Todo—Lo—Imagina.
Cuando tú fuiste la increíble imagen
yo era la sed y el vaso y la bebida.
Las puertas y los frascos,
cubiertos de ceniza,
guardaban el perfume
de la melancolía,
mientras los palomares te esperaban
con el Amor—Que—Nada—Te—Imagina.
Aunque la providencia me negara
el alimento para la alegría,
aunque me entristecieras
la intemperie divina
con pájaros callados
y sombras pensativas,
aunque olvidaras, aunque no existieras,
mi corazón igual te cantaría.

María Elena Walsh

viernes, 17 de enero de 2025

La luz a ti debida


La muchacha de la perla / Johannes Vermeer


Sé que llegará el día en que ya nunca
volveré a contemplar
tu mirada curiosa y asombrada.
Tan sólo en tus pupilas
compruebo todavía,
sorprendido,
la belleza del mundo
—y allí, en su centro, tú
iluminándolo.

Por eso, ahora,
mientras aún es posible,
mírame mirarte;
mete todo tu asombro
en mi mirada,
déjame verte cuando tú me miras
también a mí,
asombrado
de ver por ti y a ti, asombrosa.

Ángel González

viernes, 10 de enero de 2025

La palabra


Una sola será mi lucha

Y mi triunfo;

Encontrar la palabra escondida

aquella vez de nuestro pacto secreto

a pocos días de terminar la infancia.

Debes recordar

dónde la guardaste

Debiste pronunciarla siquiera una vez...

Ya la habría encontrado

Pero tienes razón ese era el pacto.

Mira cómo está mi casa, desarmada.

Hoja por hoja mi casa, de pies a cabeza.

Y mi huerto, forado permanente

Y mis libros como mi huerto,

Hojeado hasta el deshilache

Sin dar con la palabra.

Se termina la búsqueda y el tiempo.

Vencida y condenada

Por no hallar la palabra que escondiste.


Stella Díaz Varín

viernes, 3 de enero de 2025

El regalo que yo quiero


Yo no deseo un regalo

que se compre con dinero.

He de pedir a los Reyes

algo que aquí no tengo:

pido dones de alegría

y la canción de un jilguero,

y la flor de la esperanza

y una fe que venza el miedo.

Pido un corazón muy grande

para amar al mundo entero.


Yo pido a los Reyes Magos

las cosas que hay en el cielo:

un vestido de ternura,

una cascada de besos,

la hermosura de los ángeles,

sus villancicos y versos,

y una sonrisa del Niño.

El regalo que yo quiero.


Gloria Fuertes