Un niño de marrón / engominado
atraviesa jardines
recorre habitaciones en penumbra
con ojos que apenas se acostumbran al perfil de las cosas
crujidos que crecen en las sombras
y trepan por un aire que huele a cebolla a jazminero
a frascos de colonia abandonados a cisnes a polveras
Debieron pasar años de pesadillas (fruto de otras sentencias)
para intuir que el niño sigue andando por la casa
como en un escenario que el tiempo desdibuja
igual que un daguerrotipo primitivo
Se ha resignado a vivir en mi mente
y a ocupar ese tiempo que se estira
en los instantes previos a los sueños
La tarde en que abandoné la casa para siempre
-no lo sabía –
él quedaba en custodia de paredes geranios y juguetes perdidos
que habrán de retenerlo hasta mi muerte.
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