Mírame, soy mi huésped. El más oscuropaseante de mi sombra. El carcelerode su indumentaria. Mírame, soy mi huésped.Soy el hueso sin flor. Mírame.Pude ser árbol, cielo, el mar más arrogante,y he quedado sin mí. Soy el hueso sin flor.Avéntame a la luz de tu memoria,dame el celeste pétalo.El olvido es mi lecho y mi creciente.Se inclina el que era erguido, en su desmayo.Aquel cercado por los fuegosquebró su espejo.Mírame en el canto, obediente al desencanto.Soy mi huésped, el más oscuroviajero que me sigue.IIRuiseñores perdí, de verdes cantosen el crespo rocío.Ruiseñores perdí.El tiempo de la lágrima, la posesión del valle,se me fue con el alba.Insepultas memorias me muerdenlos corderos del llanto,Ruiseñores perdí, de verdes cantosen el crespo rocío.Ruiseñores perdí.IIIEn qué mortales lechos el olvido se extiende;qué céspedes perdieron el verdor de las islas.Corporales relámpagos de cuerpos consumidos,quiebran lagos azules en los valles del éxtasis.Con sueños de ebrios ríos la dicha se hizo larga.La dicha se hizo larga. Mi cuerpo era una lámpara.IVYo soy el que te nombra mar, montaña;Yo soy el que te ansía, azul profundo;yo soy el que te pierde en las palabras,diván de almendro,césped de la lumbre con alas.Yo soy quien te recuerda, puentepara la travesía de los sueñosentre los ríos de las nubes.Yo soy el que te olvida sin relojes,el que te llora en el viento, y te alzasin montaña, y te ahoga sin mar.Yo soy aquel que desconoces cuando pasas.
Juvenal Ortiz Saralegui
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