Yo no sé caminar
sé volar
Yo no sé hablar
sé escuchar
la música
y las palabras
de Joan Manuel Serrat
Yo no sabré subir
sé escalar
y no sabré andar
pero me sé sentar
a contemplar
una puesta de sol
en la montaña
y en el mar
Yo no sabré ver
pero sí mirar
los ojos de mi perro
que no pueden hablar.
II
Quiero morir en un día de invierno
gris, feo y frío,
para no tener tentación de seguir viviendo.
Moriré en esa época del año,
porque de todo el mundo he recibido frío.
Quiero morir en invierno
para que los niños hagan sobre mi tumba
muñecos de nieve.
III
Cuando me vaya
no quiero que me lloren ni se aflijan.
Cuando me vaya
la tierra me recibirá con música
de río desbocado y mi cuerpo
será devorado por los gusanos
y estos servirán de abono
porque así es esto, un círculo vicioso.
Mi alma se irá andando
por caminos no andados
y me dará un poco de miedo
cruzar el universo.
A los seres que he amado
los veré en su exacta dimensión
puesto que el río ya habrá lavado
los espejismos y la ilusión.
Nada se me hará desconocido
me iré como he venido, desnuda,
sin metas ni sentido
y los golpes se habrán extinguido.
Al irme, quiero hacerlo
con manos limpias de rencor,
sin odios, sin ambiciones, sin amor.
Esto se lo dejo a los vivos
que necesitan de todos estos juegos (absurdos).
Cuando me vaya, respiraré con alivio
y pasaré al otro mundo
dejando una ruta de triunfo.
Y sin embargo, extrañaré la flor...
Gabriela Brimmer (1947 – 2000)
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