viernes, 13 de noviembre de 2020

Melancolía

Claro de luna / Edvard Munch

Dijeron que era mala la melancolía.
Oí eso sorprendido porque
siempre me había parecido
disfrutar de aquellos días
en que melancólico había vivido.
Porque estar triste es algo sensible,
digno de ser apreciado
entre tanta vana alegría.
Creí también que andar triste
recogía algo del ser nacional.
Empuñé así mi lanza en ristre,
para rebatir a quienes habían maldecido
a mi pobre melancolía.
Me pregunté qué hacer
con la sensación de pisar las hojas
mojadas del otoño;
dónde reubicar
aquellos emergentes retoños
frutos de las lluvias de estación.
Si es malo estar melancólico,
¿cómo abandonar aquella poesía del liceo:
«Il pleure dans mon coeur
Comme il pleut sur la ville»?
Y aquel río que arrastraba
las duras y flotantes jangadas;
la palidez de los rosados y amarillos
de los atardeceres míos.
Ante tanta duda, comprendí:
si la vida es éxito y dinero,
no hay lugar para la melancolía,
a la hora del atardecer hay que
revisar el monedero;
antes que pisar mojadas hojas,
otro negocio se puede hacer;
¿de qué lluvia tibia en el corazón
habrá que acordarse, si la vida
es un único ventarrón?
De melancolía se puede morir
como aquellos poetas malditos,
pero a ella los vivos deben vencer,
me lo van a repetir.
Lo oiré
mientras camino al río,
al atardecer,
pisando las hojas mojadas,
con esa emoción sin igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario