Aquí no termina la áspera vida.Vienen los anchos vientos, caen las lentas
puras hojas de otoño,
sube la sangre al ritmo de su empuje de vida,
el hombre reconoce su sitio.
Aquí no hay la muralla de la muerte,
no espera el tedio oscuro, el ancho
desorden de lo impuro, el duro
silencio de la nada, aquí vive la vida.
Aquí se siente un duro tic-tac: es el latido
de la vida que alienta de su dura alegría
de su rica sustancia que amenaza.
Crece una flor, se oye recorrer los jardines
una aura, una dolida sombra de viejos huesos
imperativamente obligatoria,
unidos al amor que permanece y corre,
que adelanta la lucha de los días
bajo el sol y la limpia esperanza
de este sitio colmado
por la vida implacable.
Sarandy Cabrera
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