Sin embargo, creo que los decididores de este mundo injusto no lo tienen tan fácil. En distintas épocas, la humanidad ha pasado por túneles de oprobio, de abyección, de degradación, de ignominia, y siempre ha recobrado el aire, las razones de vida. Aunque no hayan sido filmadas por Spielberg, hay muchas y variadas listas de Schindler en la historia del género humano. Es difícil y hasta irrisorio hacer pronósticos para cuando uno ya no esté. No obstante, los políticos, los sociólogos, los economistas, los entrenadores deportivos, no tienen remilgos en hacerlos. Personalmente, no tengo cortedad en expresar mi confianza en que la humanidad (no sé cómo ni cuándo, o sea que mi vaticinio es bastante chapucero) se repondrá de este modesto apocalipsis. Y más aún: si allá por el 2050 o el 2090, algún delfín emerge de las aguas con su cabeza sabedora y prudente, pienso que se encontrará con un mundo en el que el hombre ya no sentirá vergüenza de sí mismo; entre otras razones, porque ya no privará de su libertad a prójimos y a delfines.
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